miscelánea

miércoles, abril 12

ley televisa

Marco Antonio Campos
Después de la vergonzoza aprobación por el Senado de la llamada popularmente Ley Televisa quisiera dejar sobre la mesa algunas preguntas:
¿En qué limbo estaban los diputados de todos los partidos cuando, deliberadamente o por consigna, aprobaron de manera unánime el año pasado la Ley de Radio y Televisión sin darse cuenta de que era la primera cuchillada al vientre de la naciente democracia? ¿Habría pasado una ley así si se hubiera planteado hace dos años o el año próximo y no en año electoral, lo que permitió presiones de todo tipo de los jerarcas de los medios televisivos a través de cabilderos, legisladores afines a sus intereses o por boca de sus conductores de noticiarios? ¿Temieron Calderón y Madrazo acabar emblemáticamente como el gallo degollado en Valle de Bravo por Bernardo Gómez, vicepresidente de Televisa, cuando amenazó que así caerían los que no apoyaran la nueva ley de medios, y demostrar quiénes eran verdaderamente los que mandaban en México? ¿Por qué los senadores hicieron caso omiso de las opiniones de quienes verdaderamente conocen la materia, como los especialistas en medios, los académicos y juristas? ¿Por qué en México tenemos que padecer, menos a servidores públicos que a vividores de la política, como son los casos de vergüenza nacional de los senadores Emilio Gamboa, Diego Fernández de Cevallos, Fauzi Hamdam, Enrique Jackson, y personajes menores como Héctor Osuna y Érick Rubio, quienes han estado siempre al servicio de los hombres del dinero, quienes buscan el poder por el poder y de quienes no se recuerda jamás una decisión o acción importantes que hayan favorecido a los más desprotegidos, a los que quizá sólo conocen en las películas o por la lectura del periódico? ¿Debemos acaso olvidar, como un ejemplo, que Diego Fernández de Cevallos se ha enriquecido en los últimos años, por medio del coyotaje jurídico de alto nivel, en millonarios procesos judiciales a través del tráfico de influencias que le da su trabajo como legislador, y que Fernández de Cevallos fue pieza clave, con Fauzi Hamdam y Felipe Calderón, entre otros, para que pudiera darse el gran latrocinio del Fobaproa? ¿Debemos olvidar que Fernándeez de Cevallos, alto baluarte de la corrupción, recibió de regalo un gran terreno en Punta Diamante del entonces gobernador priísta de Guerrero José Francisco Ruiz Massieu y fue el principal orquestador de su partido para que se quemaran las boletas electorales que quizá hubieran mostrado el fraude electoral de 1988? ¿Por qué los senadores, que defendían la nueva ley de medios, no se cansaron de decir hasta el hartazgo de que con ella terminaba la discrecionalidad del Estado en el otorgamiento de las concesiones, pero no dijeron que empezaba la discrecionalidad del poder del duopolio televisivo? ¿Por qué, si los senadores sabían perfectamente que condenaban a la Comisión Federal de Telecomunicaciones, como dijo la senadora Dulce María Sauri, "a ser una oficialía de partes para entregar y procesar documentación", se prestaron a aplastarla? ¿Por qué si conocían perfectamente que condenaban a la prehistoria tecnológica a las radios y televisiones culturales, universitarias, comunitarias e independientes, no hicieron nada por protegerlas contra el poder del duopolio televisivo? ¿Por qué, si sabían inequívocamente que una ley así iba contra las reglas del TLC y los tratados con la comunidad europea, no cuidaron la imagen internacional de México? ¿Por qué ignoraron la recomendación de la ONU? ¿Alguien, pero de veras alguien cree que el presidente Vicente Fox va a ejercer el derecho de veto contra la nueva ley sabiendo de la protección que recibirá de las grandes televisoras cuando deje el poder? ¿No se dio cuenta Televisa, por su lado, que toda la credibilidad ganada en los últimos años la tiraba al despeñadero (TV Azteca no ha tenido jamás ninguna), y que perdió toda autoridad ética para juzgar objetivamente la situación política, económica y social del país, a través de sus noticieros y reportajes? ¿Tendremos que acostumbrarnos de ahora en adelante en México a tener como forma de gobierno la telecracia, y que, si bien, el presidente legal se llamará López Obrador o Calderón o Madrazo, el verdadero presidente de hecho será Emilio Azcárraga Jean y el vicepresidente Ricardo Salinas Pliego?
ES QUE ESAS SI SON CHINGADERAS. PINCHES MAMADAS

2 Comments:

At 6:49 p.m., Blogger Indigente Iletrado said...

Lo sé, lo sé.

Pinche país de mierda. Hoy más que nunca estoy convencido que esto valdrá madre más pronto que tarde. Ni las bestias mexicanas podemos soportar durante tanto tiempo estas chingaderas.

 
At 11:40 p.m., Anonymous Anónimo said...

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