miscelánea

lunes, diciembre 10

rayito colombiano

aiiiii

pense q jamas recordaria la clave d esta chingadera jajaja como rayito de luz me vino a la cabezota ni staba tan dificil solo eran 4 numeritos y una palabra reeefacil

domingo, julio 15

Azul

Azul tu aura

consume mi voz


Y sólo a distancia se ven

(como un ser nuevo)

dos sexos

un rezo

un pez

inmolados

jueves, abril 12

indiferencia

ai solo en vacaciones tuve aganas de cambiar esta madre es que no ponia nada por esa chinagdera de hacer el tramite de la cuenta googles y la madre ainsss me caga todo ese pedo de los formularios si la computadora me mira feo siempre pos asi con ventanitas que llenar mas pero pos como hoy nomas toi rascandome la cola lo hice ademas ya se que pondre porque me pasaron un articulo entre chistoso y triste que ps dice todo lo que puede decirse sobre l tema y peor aun aqui en mexico estariamos mucho peor que aquellos weyes


JOSÉ CARREÑO
El Universal
Jueves 12 de abril de 2007


WASHINGTON.- La capital estadounidense es una ciudad habitualmente dividida por debates sobre política, pero enfrenta ahora una discusión más íntima y tal vez más temible: ¿hasta qué grado es indiferente a la belleza?Cuando un columnista humorístico local convenció a Joshua Bell, uno de los mayores virtuosos del violín contemporáneos, a disfrazarse con sudadera y gorra de beisbol para tocar su Stradivarius en una estación del metro de Washington a las ocho de la mañana, probablemente no esperaba la reacción de disgusto, denuncias, sentimentalismo y pena que saludaron a su texto en la revista semanal de The Washington Post.

Gene Weingarten, columnista de The Washington Post, confesó que esperaba indiferencia, ciertamente. Después de todo, la hora de entrada a trabajar no es el mejor momento para detenerse a escuchar a un músico callejero, aun uno que tocara evidentemente tan bien como tocaba Bell o lo que interpretó en su improvisado concierto.
Pero cuando un comentarista habla de la arrogancia de un experimento mientras otro menciona que la idea le hizo llorar y reflexionar sobre los momentos de belleza perdida, la discusión parece convertirse en un reflejo de lo que los estadounidenses piensan de sí mismos.

Bell, quien participó con entusiasmo en el reportaje, se colocó a la salida de una estación del metro en el centro de una zona de oficinas del gobierno federal, a la hora de entrada de la burocracia, en un ambiente muy lejano de las salas de concierto donde suele actuar y vestido de forma muy distinta a como suele aparecer en público.
Nadie lo reconoció, de acuerdo con el reportaje, filmado también en video, y a duras penas fue escuchado, aunque alguno de sus escuchas involuntarios parece a momentos atrapado en un concierto que incluyó Estrellita, de Manuel M. Ponce, un concierto de Bach, una pieza de Massenet, pero mayormente los transeúntes -con excepción de algunos niños- parecen indiferentes.

El improvisado concierto duró 43 minutos y sólo una persona se detuvo a escuchar atraído por la música. Otra persona, sólo una, reconoció a Bell y se quedó a escuchar atraída por el personaje. Bell reunió 32.17 dólares sin contar un billete de 20 dólares que la única persona que lo reconoció puso en el estuche del violín...
La historia "no pretendía ser una acusación del alma de los burócratas federales" o que por su naturaleza, sean "menos sofisticados, menos abiertos a la belleza, menos culturalmente maduros, menos atentos a su alrededor que la persona normal", consignó Weingarten. Los directivos del diario se habían preocupado más bien de la posibilidad de que alguien reconociera a Bell y se creara un problema de control de grupos y hasta de congestión en la estación del metro. "La idea era que en una población tan sofisticada como Washington seguramente alguien reconocería a Bell", dijo Weingarten.

La realidad fue otra y la reacción ha sido en muchos casos de ofensa. "Me siento insultado de que haga un comentario sobre el triste estado de cosas en Washington sobre la base de una situación engañosa que ustedes sabían fallaría desde un principio", escribió un irritado corresponsal en un chat de internet protagonizado por el propio columnista.

"Nuestro principal temor era que se juntara una multitud no porque la música fuera hermosa, sino porque alguien reconociera a Bell", comentó Weingarten, que también recibió decenas de mensajes donde se le acusaba, o denunciaban el texto publicado por la revista de The Washington Post, de ser condescendiente, elitista o incluso,
como escribió un participante en un blog, promotor de "una estética musical de europeo blanco".

Weingarten afirmó que hasta el martes al mediodía había recibido más de un millar de mensajes, incluso más un centenar de personas que le dijeron que el reportaje las había hecho llorar y reflexionar sobre la vida y lo que está a su alrededor. Para alguno de sus interlocutores se trató en realidad de un problema de ubicación: "Si se saca al arte de su pedestal ¿la gente lo reconocería como arte clásico? La respuesta es definitivamente no".



QUE TAAAAALLL????? noooo si estamos bien pendejos ni para quew ofenderse o excsuarse o inventar mamada y media para sacarse de la manga una explicacion por donde lo veamos e sun hecho que vivimos demasiado inmersos en temas frios duros y contables como para detenernos a apreciar la belleza de la verdadera no de la que sale en la tele o se fabrica en serie triste aunque no tanto como para chillar jajajaja ps esta de la chingada....... nooo aqui tienen que poner a ninel conde o a adal ramones porque sino no reviran..... lo cual seria buena idea en una de esas la turba los despedaza ñacañaca.... en fin hay que detenerse a oler las rosas

martes, enero 23

Mishima

aii nomas porque ya entre en la escuela me paseo por aqui como que de plano lo mio lo mio lo mio no es esto pero bueeeno realmente no importa tengo milll pendientes para este semestre espero mi higado mi cabeza y mis ganotas ya esten afinadisimas pos este año ya voy conociendo nuevos autores que me dejan de tareita y me hacen olvidar que todo en el pais esta de la chingada jiote jiote este monito me esta gustando bnastante un japonesin



Prácticamente reducido al ecuador de los años 80, cuando el estrenó de la película de Paul Schrader -«Mishima» (1984)- y la reedición de la traducción de Juan Marsé de «El pabellón de oro» (Seix Barral, 1963, 1985) llamaron la atención de los medios de comunicación sobre él, el interés del lector español medio por la obra de Yukio Mishima puede calificarse de tibio. Según parece, el novelista y dramaturgo nipón viajó por nuestro país meses antes de quitarse la vida. Es más, incluso se cuenta que llegó a tratar en repetidas ocasiones al doctor Vallejo Nájera, quien aparentemente se nos antoja tan alejado a su torturado colega oriental. Pero, en honor a la verdad, hay que apuntar la obra del escritor, que durante años fue el novelista japonés más conocido en Occidente, en líneas generales, en España ha inspirado la misma indiferencia que el resto de las manifestaciones culturales niponas.
La primera, de las no pocas contradicciones que presenta su biografía, es que, siendo la principal preocupación de su vida y de su obra la preservación de los valores del Japón tradicional, anterior a la occidentalización, Mishima sintiera a la vez la mismo interés por Occidente que Occidente por él. De hecho, los estudiosos de la literatura japonesa, enmarcan su obra dentro de la influida por la impronta occidental.
¿Descendiente de samurais?
El 14 de enero de 1921, cuando Hiraoka Kimitake –Yukio Mishima es un seudónimo– nace, la literatura socialista y pacifista, que ha florecido en el país del Sol naciente desde comienzos de siglo, ha sido atajada violentamente. De los autores que en la estela de Émile Zola no han dudado en escribir contra la guerra ruso japonesa (1905), KotoKu Shusui, el principal de ellos, ha sido condenado a muerte y ejecutado en 1911. Kobayashi Takiji, militante comunista que años después intentará tomar el relevo a Shusui en la novela comprometida, morirá en 1933, al ser torturado por la policía en un interrogatorio. Mientras tanto, el pequeño Mishima, quien pese a pertenecer a la burguesía media se hace pasar por descendiente de una familia de samurais -los samurais serían una de sus principales referencias hasta el final de sus días- se educa en Gakushüin, la escuela por excelencia de la nobleza.
Estudiante universitario aún, cuando el escritor publica sus primeros relatos, la literatura japonesa asiste a una explosión de romántica exaltación nacional, que va preparando el camino de la Segunda Guerra Mundial. Antes de que esta confrontación acabe; Mishima publicará su primer relato «El bosque en flor» (1941) y el ejército le destinará a una misión suicida, de la que finalmente será relevado. No cabe duda, es en esta imposibilidad de autoinmolarse por la patria donde hemos de buscar otra de las claves de su vida.
Homosexualidad
Publicada en 1949, «Confesiones de una máscara», donde el protagonista proclama abiertamente su homosexualidad tras recordarnos toda su existencia, será la novela que le catapulte a la cima de las letras japonesas. A ella le seguirán, entre otras, «La muerte en mitad del verano» (1953), «El tumulto de las olas» (1954) y «El pabellón de oro» (1956). Esta última, su obra más conocida, narra la historia del joven Mizoguchi, un aprendiz de bonzo obsesionado por sus complejos, «Cinco no modernos» y comienza a llevar una vida filocastrense que tiene su primera manifestación en una obsesiva práctica del culturismo. La fuerza, junto con la violencia, la belleza, la muerte y el erotismo, son las principales preocupaciones de sus páginas.
Aclamado en Oriente y Occidente, viaja por primera vez a Estados Unidos en 1958. Tal vez fuera entonces, en el país vencedor del imperio del sol naciente, donde comenzará a gestar el exacerbado nacionalismo que le inspirara durante todos los años 60. Aguijoneado ante el nuevo Japón occidentalizado, anhelante de unos tiempos que no van a volver, en 1968 escribe «Por el camino del samurai» y «En defensa de la cultura». Una y otra son sus obras más nacionalistas. Cuando esos mismos planteamientos le llevan a pronunciar conferencias en la universidad, es abucheado por los estudiantes. No obstante, consigue fundar entre algunos de ellos una organización de extrema derecha llamada Asociación de los Escudos.
Finalmente, obedeciendo a los seculares códigos nipones del honor, en 1970 decide hacerse el harakiri delante del jefe del estado mayor del ejército para protestar por la desmilitarización de su país.


como si no tuviera tarea shiaaales ai la vemos mi misma

martes, noviembre 28

autopsicografía

ando bien pinche desvelada porque quede picadisisisma con unos libros de sci fi dirian los gringos jajajaja auuuch de ciencia ficcion pues como hoy termine mi dealer (si es que eso parece apenas salgo de uno cuando ya me esta enganchando con otro) me paso uno de pessoa.... FERNANDO PESSOA. un poeta super chido aiiii la neta tengo un chingo de sueño como para hablar de el jajajajjaja el punto era..... que solo lei un poema antes de irme a jetear pero me gusto tanto tanto tanto...... que no sere gacha y se los dejo aqui mero pa que lo disfruten gocen y piensen y hagan lo que se les antoje finalmente la poesia deja de ser del autor desde que la arrancamos de la spaginas con la mirada la mirada siempre tan cruel y paradojicamente indiferente por que no atiende los motivos de quien escribio

a ver pues:

El poeta es un fingidor.
Finge tan completamente
que hasta finge que es dolor
el dolor que en verdad siente.

Y, en el dolor que han leído,
a leer sus lectores vienen,
no los dos que él ha tenido,
sino sólo el que no tienen.

Y así en la vida se mete,
distrayendo a la razón,
y gira, el tren de juguete
que se llama el corazón



oooooooooo!!!!!! a momir!!!!